El que miente más sobrevive
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Video: El que miente más sobrevive

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Video: Como dice el dicho: ¡Tito atenta contra su vida! | El que miente... 2024, Abril
Anonim
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Los científicos han descubierto que los animales se mienten de vez en cuando. Los expertos creen que la capacidad de engañar a la pareja juega un papel importante en el proceso de selección natural: aquellos que son mejores para engañar sobreviven. Si las criaturas más primitivas saben cómo lograr lo suyo mediante el engaño, entonces es difícil imaginar cuántas personas mienten con sus habilidades intelectuales desarrolladas.

El arte del engaño lo demuestran algunas aves, crustáceos y ranas, escribe The New York Times. Esta capacidad es bien conocida en algunos animales domésticos, incluidos los perros.

Por ejemplo, croar es la forma en que las ranas de estanque macho muestran su tamaño. Cuanto más grande es el macho, más baja es su voz. Algunos machos pequeños bajan la voz para impresionar a la hembra.

Una de las especies de mariposas no venenosas, como resultado de la evolución, adquirió el mismo patrón de alas que las mariposas venenosas. Ahora las aves no comen insectos venenosos e inofensivos.

Dentro de una especie, generalmente prevalece la honestidad. Los animales se advierten entre sí sobre la aparición de un depredador, los machos miden honestamente su fuerza en la batalla, los niños molestan a sus padres solo cuando tienen mucha hambre. Pero la familia no está exenta de mentirosos. Los pájaros alcaudones, por ejemplo, se advierten regularmente entre sí sobre el acercamiento de los depredadores. Pero a veces dan una falsa alarma para distraer a sus familiares de la comida.

Este es un gran ejemplo de cómo funciona la selección natural. El alcaudón asusta a sus amigos dando una falsa alarma. Esto significa que come más, está sano y produce más crías que otras aves. La selección natural trabaja a favor de los que saben engañar y no escucha a los engañadores.

“Al comunicarse, los humanos recurren constantemente al engaño”, dice Stephen Novicki, biólogo de la Universidad de Duke y uno de los autores de The Evolution of Animal Communication. Basta leer un par de obras de Shakespeare para convencerse de esto.

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